Descripción física: La cebolla morada tiene una piel exterior morada o rojiza y una pulpa interior que, aunque predominantemente blanca, tiene tonos violáceos. La intensidad del color puede variar dependiendo de la variedad y las condiciones de cultivo. Los bulbos de cebolla morada son redondeados y pueden variar en tamaño, pero suelen ser de tamaño mediano. La piel de la cebolla morada es más fina y delicada que la de las cebollas amarillas o blancas, lo que la hace algo más fácil de pelar.
Sabor y textura: El sabor de la cebolla morada es más suave y menos pungente que el de otras variedades de cebolla, lo que la hace perfecta para consumir cruda. Cuando se cocina, su sabor se dulcifica y se suaviza, aunque mantiene una ligera acidez en comparación con la cebolla amarilla o blanca. Su textura es crujiente cuando está cruda, pero se vuelve más suave cuando se cocina.
Valor visual: La cebolla morada es apreciada no solo por su sabor, sino también por su atractivo visual. El color morado de su piel y sus capas internas la convierte en un ingrediente popular para decorar platos, especialmente ensaladas y guarniciones.
Conservación